Hace algunas horas, Daniela recibió el telegrama enviado por el gerente de recursos humanos, Juan Ignacio Leonardi, desvinculándola del hospital. Tal es la brutalidad con la que se manejan, que desprecian la historia de lucha por la memoria verdad y justicia que Daniela tiene.

Ella es hija de Josefina Pedemonte. Josefina trabajaba en la guardería del hospital. El 10 de Agosto de 1976 la arrancaron de su hogar frente a Daniela y a sus dos hermanos.

Daniela es un símbolo de lucha en el hospital. Desde pequeña, exigiéndole al estado por memoria verdad y justicia en su militancia en HIJOS, y en el hospital, denunciando los vaciamientos perpetrados por los distintos gobiernos post dictadura.

Desde el comienzo del conflicto, con los 641 despidos en 2016, Daniela denuncio el vaciamiento del gobierno y la dirección. Un gobierno en manos de los hijos y amigos de los empresarios que planearon la última dictadura militar. Pero también enfrentó con toda su fuerza la política servil de la dirección de ATE Morón, con Darío Silva al frente. Nunca bajo los brazos participando de todas las actividades realizadas contra los despidos y el vaciamiento.

Hace un par de meses, escribió una carta junto a otras víctimas de la dictadura militar denunciando la persecución ideológica y exigiendo la inmediata reincorporación de todos los trabajadores despedidos.

Hoy la despidieron a ella, pero la mano de Leonardi no firma un despido, pretende borrar una historia de lucha, historia por la que tenemos que dar una batalla sin cuartel. Daniela no es solo Daniela, es un pedazo de cada uno de nosotros cuando la sangre hierve. Cuando recordamos a los 30000 arrancados por el estado genocida cada vez que nos encontramos en la calle reclamando por memoria por verdad y por justicia.

Llamamos a todos los organismos de Derechos Humanos a rodear de solidaridad a Daniela y al hospital.

Nunca Más, ni un despido más. No al despido de Daniela Ruiz Vargas hija de Josefina Pedemonte. Compañera detenida desaparecida. Más presente que nunca.

* La autora es una trabajadora del hospital.

FUENTE: LA IZQUIERDA DIARIO