
Dieguito murió el 28 de marzo al salir de Club Leloir, de un modo similar al que fue asesinado Leonel Arrieta en 2006. Sólo que esta vez los patovicas del lugar no actuaron solos y la que terminó con la vida de Diego fue una oficial del Comando de Patrullas Comunitarias.
Por Javier Lema // Viernes 24 de abril de 2015 | 07:55
“Fui a buscar a mi hijo a la salida de la matiné, cuando llego a la esquina donde tengo que encontrarme con él no está. Veo que hay corridas. Vienen cuatro patovicas caminando y les pregunto qué pasa. Ellos me contestan: ‘estos pendejos están haciendo quilombo’. Voy hacia el puente Barcala. Camino 20 metros por una calle de tierra que sale de ahí y mientras saco el teléfono para llamar a mi hijo, veo un patrullero parado y un cuerpo tirado atrás. Las dos personas que iban arriba del patrullero mirando el cuerpo. Me acerqué para chusmear y no reconocí el cuerpo porque tenía la cabeza reventada y la masa encefálica hacia afuera. Seguí mirando y me di cuenta que era él por la zapatillas”, contó, desgarrado, el Cristian Aljanati, el padre de Dieguito.
El niño de 13 años murió el 28 de marzo al salir del boliche Club Leloir, de un modo similar al que fue asesinado Leonel Arrieta en 2006. Sólo que esta vez los patovicas del lugar no actuaron solos y la que terminó con la vida de Diego, fue una oficial del Comando de Patrullas Comunitarias, el mismo que inauguró el gobernador Daniel Scioli como sustituto de la policía municipal.
Los dueños del boliche le ofrecieron al padre 200 mil pesos para que no siga con las protestas, pero como no aceptó lo intimaron a través de una carta documento amenazando con iniciarle juicio por ocasionar “daño a la marca”.
La oficial que literalmente pasó por arriba del cuerpo de Diego Aljanati se llama Graciela Noemí Basualdo. Su compañero, Jonathan Chomiak, contó en el expediente judicial que no pudieron esquivarlo cuando el menor cayó casualmente delante del móvil.
Pero eso no fue lo que le contaron al padre de Diego cara a cara en el lugar del hecho. “Les digo a las personas que estaban ahí que es mi hijo y les pregunto qué había pasado. Me dicen que lo encontraron así. Me mintieron. Mi intuición es que quisieron encubrirlo, es lo que percibí. Hasta que vino la ambulancia pasaron 20 minutos, en ese tiempo cayeron cuatro móviles más del mismo comando y un Taunus negro particular (policía de civil) al que le hicieron cortar la calle”, contó Cristian.
Según pudo reconstruir el padre del niño fallecido, a través numerosos relatos de testigos, “los patovicas que estaban en la puerta del boliche los empezaron a correr, como para desalojar el lugar y el patrullero que estaba en la puerta del boliche empezó a seguirlos. Los chicos corrieron por los patovicas que actuaron como fuerza pública, está en los testimonios, son dueños de la calle junto con la policía. Seis chicos corrían, Diego iba en el grupo de atrás y último dentro de ese grupo. Uno de los chicos que iba con él contó que le dijo ‘negro saltá que te van a llevar puesto’. Mi hijo dijo ‘tengo miedo’ y se puso a descansar con las manos sobre las rodillas y en ese momento el otro nene sigue corriendo y cuando se dio vuelta otra vez, ya vio la humareda del auto que le había pasado por encima”.
Diego fue trasladado al Hospital Posadas. Hasta allí fue el Jefe de Comando de Patrullas Comunitarias, comisario Jorge Castillo y le contó la verdad al padre. Para ese entonces, los médicos le habían dado a Cristian indicios de lo ocurrido que pudieron observar en las lesiones.
“Yo siento que el boliche es culpable porque lo que le pasó a mi hijo es producto de un operativo que armaron en conjunto entre la policía y los patovicas. Si no lo hubiesen corrido a mi nene, él no hubiese corrido y estaría acá”, explicó el padre de Dieguito, quien contó además que la Municipalidad de Ituzaingó financió el velatorio y ofreció asistencia psicológica.
“Mi hijo ya está muerto, pero yo quiero que esto no vuelva a pasar, por eso me junté con (el intendente Alberto) Descalzo y le pedí si me podía ayudar con el tema del boliche, que hay cosas que están fuera de la ley. Que no respeta los horarios de la matiné, ni las edades, y que se tendría que clausurar. Dijo que iba a decretar la clausura”, explicó Cristian, y detalló que hasta ahora no tuvo más novedades al respecto.
Otra muerte
La de Diego Aljanati es la segunda muerte que pesa sobre Club Leloir, boliche que además tuvo múltiples denuncias por su infraestructura, incluso en el Ministerio de Seguridad provincial. En 2006, encontraron muerto a Leonel Arrieta a las 7.30 de la mañana cerca de Puente Barcala. Los perpetradores de la brutal golpiza que terminó con su vida fueron identificados como personal de Club Leloir.
Entre los señalados por aquel entonces estaba Leonardo Campaña, iluminador del lugar, y el sonidista y RRPP Carlos Arrigone Michelle quien fue aprehendido por homicidio simple, aunque luego el juez de Garantías de Morón, Ricardo Julio Fraga, cambió la carátula del caso y lo dejó en libertad.
El proceso que vivió la familia de Arrieta fue un bochorno. Se metió el poder político de primera línea del distrito. Descalzo prestó a sus abogados, del mismo bufete que los abogados de los acusados. Y eso, en medio de fuertes versiones en torno a los encumbrados vínculos políticos de la Sociedad Banol, propietaria del boliche.
Esas versiones vuelven a correr hoy, a casi 10 años de aquel homicidio sin resolver y con el boliche aún funcionando. Lo refuerzan las múltiples denuncias públicas y políticas de concejales sobre la ilegal infraestructura del lugar y el trabajo en conjunto como “dueños de la calle” de patovicas del boliche y la policía bonaerense.
La familia de Diego Aljanati espera noticias de la fiscal Natalia Narmona Luppi, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 2 descentralizada de Ituzaingó sobre las pericias que faltan. El próximo paso sería el llamado a indagatoria de la oficial Basualdo.
Amigos y familiares de Dieguito realizarán mañana a las 15 un mural en Kiernan y Santa Isabel, en el paredón del cementerio de Hurlingham donde descansan los restos del niño. Desde allí marcharán como todos los sábados a Club Leloir, pese a la intimación del boliche instándolos a desistir de sus protestas.
Fotos:
* Facsímil de la carta documento que envió Club Leloir intimando a la familia Aljanati.
• Lejos de dejarse amedrentar, crece el reclamo de “Justicia por Dieguito”.