“La argentinidad… al Barco”
“La argentinidad… al

“La argentinidad… al Barco”

El hecho de que hoy en día nos resulte tan familiar oír la palabra “Argentina” en referencia a la tierra que nos vio nacer, no guarda relación con algún caprichoso dictamen legislativo de nuestros antepasados, como podría pensarse, sino que la terminología resultó fruto de la combinación de ciertos elementos poéticos, religiosos y políticos, a lo largo de un determinado período histórico.

Viernes 24 de febrero de 2012 | 15:58

Por Germán Navas

Las diversas fuentes escritas al respecto coinciden en que cabe atribuir el origen de la palabra “argentina” al sacerdote y poeta español Martín del Barco Centenera, quien tuvo la dicha de arribar al territorio del Río de La Plata en el año 1593, en una de las tantas expediciones dirigidas al Nuevo Continente.

Los pocos años de permanencia en nuestros actuales dominios no obstaron al clérigo a hacerse de una fama –cuanto menos- escandalosa. Fue acusado en numerosas oportunidades de ser un tipo ebrio, altamente mujeriego, e incluso de ejercer ilícitamente el comercio. Como si ello resultara poco, recibió condenas por utilizar la autoridad inquisitorial para saldar venganzas personales, perpetrar escándalos en lugares públicos, y vociferar sus relaciones amorosas con mujeres casadas.

Inferimos entonces, que su presumible afán de viajero terrestre en pos de cumplir sus funciones en ciudades tales como Asunción, Lima, Tucumán y Cochabamba, se debía al hecho de ser permanentemente expulsado de cada uno de aquellos sitios.

Tal como era de preverse, la iglesia acabó imponiéndole una sanción no sólo de índole económica, sino que revocó sus cargos eclesiásticos, promoviendo su expulsión del continente americano.

Luego de su amargo regreso a Europa en 1596, Martín del Barco Centenera logró reflotar su talentosa pluma, dando origen al poema titulado “La Argentina”, en alusión al territorio del Río de la Plata. El término creado surge a partir de la palabra argentum, que en latín referencia al mineral plata. La obra fue publicada en 1602, que fue el mismo año de la muerte del devoto escritor.

A partir de allí, fueron varios los poetas que adoptaron el nombre de “Argentina” para referirse a nuestro actual territorio. Posiblemente, uno de los sucesos más importantes y que supo signar nuestra historia, fue su utilización en la obra de Vicente López y Planes “Himno Nacional Argentino”, en 1813.

Sin embargo, en materia de estado, el nombre tardó en consolidarse dentro de los plexos jurídicos, pues se conocieron denominaciones tales como Provincias Unidas del Río de la Plata, Confederación Argentina, Estados Unidos de la República Argentina, República de la Confederación Argentina, Federación Argentina, etcétera.

Recién el día 8 de octubre de 1860 acabó por zanjar la cuestión un decreto sancionado por el presidente Derqui, que rezaba: “siendo conveniente a este respecto establecer la uniformidad en los actos administrativos, el Gobierno ha venido a acordar que para todos estos actos se use la denominación República Argentina”, rótulo con el que comenzaría a ser mundialmente afamada nuestra tan querida, como apaleada, nación argentina.

 

 

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