En un prospecto publicitario de 1914 se puede leer: “El Instituto está instalado a base de internado en una amplia casaquinta, con jardines y las comodidades exigidas por la higiene moderna, con abundante aire y luz, con alimentación sana y vida de familia, donde el pupilo estará dirigido y vigilado por sus profesores. Ventajas son éstas que se ofrecen en particular a los jóvenes cuyos padres viven fuera de la capital”. Se procuraba brindar un verdadero hogar a cada estudiante que optaba por esta modalidad.

El Internado acompañó las distintas locaciones que los alojaron dentro de la Ciudad de Buenos Aires. En 1933 se inauguran los primeros edificios del Colegio en Villa Sarmiento. Allí continuó su tarea el Internado. "Un lugar más amplio y cómodo", dice el prospecto de ese año. “Situado en los históricos suburbios de Ramos Mejía […] el nuevo proyecto incluye varios pabellones para internos, un edificio central con comedor y «hall» social,edificios para administración, colegio nacional y departamento primario, casas para profesores, gimnasio y canchas de deportes, incluyendo: foot-ball, pista de atletismo, pileta de natación, canchas de tennis, etc”.

Para generaciones de wardenses, llamar al Colegio "su hogar" tenía un significado muy especial. Además de estudiar, aprender, hacer deporte, arte y muchas más actividades, también dormían aquí, compartían la mesa, las charlas antes de dormir, las oraciones, los tiempos de mucha energía y también los tiempos para ser cuidados por enfermedad. En definitiva... ¡La vida en pleno crecimiento!

El Internado, fue hasta 1986, un espacio de cuidado para cada niño, niña y adolescente. Junto a docentes, directivos, médicos, enfermeras y cuidadores formaron una gran familia wardense.