
Javier Bonasera comenzó hace tres meses con la iniciativa y ya una gran cantidad de mujeres se contactó para tatuarse. Cuál es su forma de trabajo, qué vínculo llega a formar con las víctimas de violencia de género y cómo se vienen multiplicando los pedidos.
Redacción El diario // Lunes 12 de junio de 2017 | 11:54
Cuando Javier Bonasera publicó hace aproximadamente 3 meses esta iniciativa, gran cantidad de mujeres se contactaron para poder hacerse el tatuaje. En diálogo con Viví el Oeste Diario, el tatuador cuenta de que manera trabaja, que vinculo llega a formar con las víctimas y como las solicitudes se multiplican.
La historia comienza a raíz de Sebastian Gallardo, un colega mendocino que a través de una clienta suya se enteró que en Europa se realizaban tatuajes gratuitos para víctimas de violencia de género. Javier explica que es una iniciativa que data de 10 años por lo menos y que tiene su origen en casos de mujeres con cáncer de mamas, a la cuales se le reconstruye el pezón o se tapan las cicatrices de las operaciones.
Javier lo aplicó en su estudio personal y la repercusión fue inmediata. Todos los domingos el tatuador realiza uno, dos o hasta tres trabajos y cuenta que el pedido del servicio es alto. Es así que tiene la agenda ocupada hasta enero.
En agosto de 2015 Javier fue acusado de maltratar a una mujer, una acusación falsa que terminó repercutiendo en su vida, provocándole perdida de trabajo, escraches masivos en redes sociales, agresiones a su domicilio, traumas sociales y tratamientos psicológicos para poder salir del mal trago.
“Yo lo compartí también porque es un tema que a mi también me tocó de cerca con una persona que me acusó a mí por violencia de género, siendo esto falso. Me pareció una buena iniciativa para limpiar mi nombre”, explica Javier y agrega: “Fue importante para demostrar aquella gente que me acusó falsamente, porque la gente lee los títulos, pero no el desarrollo, comparte sin saber”.
Con ese inconveniente personal como disparador, Javier hoy realiza un trabajo que vale la pena contar y transmitir. La labor del tatuador se entremezcla por momentos con la de un escucha de historias y cierta forma la persona que termina de cerrar una etapa de la vida para mujeres que han sufrido mucho.
Javier cuenta que en la mayoría de los casos realiza tatuajes en hombros, pechos, cuello y que hasta el momento ya realizado por lo menos 20. “Tuve que tapar cortes de elemento cortos punzantes o corte generados por un golpe. Son trabajos que necesitan un trabajo previo de tiempo, de ver qué manera se puede hacer, no son sencillos”, explica.
Si bien cada mujer que es tatuada llega a esa situación en diferentes etapas, ya sea reciente o de hace tiempo, con el problema superado o no, con las ganas de contar o no, Javier cuenta hay un denominador común en todas ellas: el hecho de llorar al final del trabajo, parece ser ese momento en el que la emoción desborda y le pone fin a un momento triste de sus vidas.
Vale recalcar que los tatuajes se hacen bajo completa confidencialidad, sin sacarse fotos ni exhibiendo los mismos.
Si querés contactarte con Javier buscalo en Facebook: Chakal Tattoo Studio.
FUENTE: VIVÍ EL OESTE