
Desde los 9 años, Richard Kierkegaard, campeón morenense, empezó su carrera en la equitación. Su pasión es saltar vallas. Ya en el año 2012, fue campeón mundial en su categoría F.E.I Children. Este año cayó de su caballo y estuvo en coma durante dos meses. Pero se repuso con felicidad y ahora el adolescente acaba de ganar una medalla de Oro en el Americano de la Juventud, certamen realizado en el Haras el Capricho de Capilla del Señor.
Por Maricarmen Almada // Viernes 04 de diciembre de 2015 | 11:03
“Nací entre caballos y toda mi infancia fue ver a mi papá montar y saltar” cuenta Richard Kierkegaard. El jovencito de 13 años parece un principito sacado del cuento de Saint Exupery, rubio, hermoso y aplomado, de gran carácter.
Después de su primer concurso en Mar del Plata, comenzó a tomar el deporte con seriedad: entrenar, galopar y saltar. Tiene un instructor de lujo, nada menos que su padre Ricardo, otro gran deportista, dos veces campeón nacional de salto, olímpico y mundialista.
En el Haras Zangersheide se crían caballos deportivos pero también se forman jinetes de alta competición con la experiencia y disciplina de su director, papá Kierkegaard, pariente lejano del filósofo danés, iniciador del Existencialismo. Los ejemplares provienen del prestigioso studbook Zangersheide, fundado por Lionel, el padre de su mujer Marleen Melchior, en Holanda.
El amor por su caballo
Su caballo es el irlandés Du Noble Z, un tordillo que tiene 18 años y vive con él en su casa, que está dentro del inmenso haras familiar, Zangersheide, ubicado entre Paso del Rey y Trujui, muy cerca del Círculo Criollo El Rodeo.
Richard tiene muchos amigos pero la relación con Du Noble Z, es especial “A mi caballo lo conozco mucho y él a mí. Es muy noble y nos entendemos con solo una mirada” afirma y cuenta los cuidados que le dan al bondadoso animal.
Du Noble Z, tiene su box, una manta, protectores en las patas y una dieta con alimentos balanceados y suplementos alimentarios. Además de sesiones de magneto, cremas y atención veterinaria permanente para saber qué necesita.
Richard juega y compite
Por su parte, Richard marca especialmente que un jinete no debe tener sobrepeso “No lo resistís y al caballo le resulta más difícil” señala. Y la perlita de esta nota. Richard toma carrera y salta las vallas habiendo alcanzado una altura de 1,30m. Es un juego y una pasión para él, una especie de fiesta ecuestre permanente en su particular mundo de niño.
La primavera se cuela en el verde intenso del césped y la frondosa arboleda que abunda en el haras Zangersheide. Ante la tierna mirada de su madre, nuestro héroe cuenta que entrena con ropa informal pero que para concursar, su indumentaria debe ser formal: botas negras, breech blanco (una especie de pantalón elastizado), camisa, corbata blanca y saco de equitación.
Su máximo sueño es ganar una medalla olímpica y ya se prepara para las Olimpiadas de 2020 que se realizará en Tokio, Japón cuando alcance los 18 años, la edad requerida para participar. “Es importante difundir estas noticias para fomentar el deporte en la juventud” concluye su mamá Marleen.