Insólito: operativo policial para impedir un corso
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Insólito: operativo policial para impedir un corso

Casi una docena de móviles con efectivos policiales llevaron adelante un operativo conducido por el Juez de Faltas, Rafael De Francesco con el objetivo que no se haga el corso en la Estación de Hurlingham, que se viene celebrando por cuarto año consecutivo.

Insólito: operativo policial para impedir un corso

Leandro Rodríguez // Martes 24 de febrero de 2015 | 15:09

La Rotonda Cultural es un organización independiente que desde hace años desarrolla en Hurlingham diferentes eventos que ya son tradición en el distrito. Imaginando Culturas y los corsos de carnaval son dos ejemplos del trabajo llevado adelante para descentralizar el arte y la libre expresión en el territorio. Incluso el Concejo Deliberante declaró de interés municipal las actividades que desarrolla este grupo de vecinos de manera autogestiva.

Pero desde hace más de un año, cada evento desarrollado por este colectivo cultural, termina con la persecución de la Municipalidad de Hurlingham, que argumentando quejas vecinales, trata de impedir, incluso con el uso de la fuerza pública, que estos eventos se concreten.

Como todos los años los organizadores presentaron en la Municipalidad la solicitud para pedir autorización para usar el espacio público lindero a la estación de Hurlingham. El gobierno municipal decidió que iba a responder a esa solicitud, dos días después de la fecha del evento.

Una picardía burocrática que tenía como único objetivo impedir que el corso de realice.

Frente a eso, La Rotonda Cultural decidió llevar adelante los festejos programados.

Ese lunes 16 de febrero, feriado de carnaval, desde temprano los integrantes de La Rotonda comenzaron con los preparativos del corso. Mientras se armaba el escenario y se organizaba el buffet, un grupo de efectivos de la Policía Bonaerense ordenaron el desalojo del predio.

Para reforzar la exigencia policial, se presentó el Juez de Faltas del municipio, Rafael) Di Francesco quien reiteró la orden de desalojo, argumentando que no tenían la autorización municipal (pedido hacía una semana y cuya respuesta iba a ser dada por el municipio dos días después de la fecha pautada para que se haga el festival).

Al no encontrar una respuesta favorable por parte de los organizadores, el funcionario municipal se puso al frente de un operativo sorprendente, por la magnitud. Más de una docena de móviles de la municipalidad y de la policía bonaerense se movilizaron hasta el lugar con decenas de efectivos policiales que tenían como magna misión que no haya corso.

La Rotonda Cultural señaló luego que estos agentes “fueron sustraídos de su tarea de vigilancia y prevención del delito e insólitamente volcados a la tarea de impedir que se desarrollara la cuarta edición de un corso familiar, gratuito y autogestivo, que es ya un tradicional espacio de encuentro y alegría para las familias de Hurlingham”.

En un comunicado enviado a la prensa, los organizadores relataron que “el desproporcionado operativo, en el que hubo exhibición de armas largas, fue encabezado por un grupo de uniformados que carecían de sus placas de identificación y otros que vestían de civil, comandados por el titular de la Comisaría Primera, comisario Orsomarso, quienes dijeron presentarse en el lugar por una denuncia de vecinos cuando en realidad se encontraban cuatro patrulleros ya alistados en el predio mucho antes de que los organizadores llegaran al mismo”.

Como parte de ese “desproporcionado operativo”, las autoridades municipales solicitaron a la Policía que intercepte y detenga el flete que La Rotonda Cultural había contratado para hacer el traslado del escenario. Cosa que produjo en la Av. Camargo. Los organizadores denunciaron que “el chofer, a pesar de tener todos los papeles en regla, fue trasladado a la comisaría primera y -en un hecho de enorme gravedad institucional- utilizado por la policía casi como rehén para tratar de forzar el desalojo”.

Tamaña sucesión de despropósitos, -algunos absurdos otros de indudable gravedad institucional-, no fueron suficientes para quebrar la voluntad de los vecinos y de los propios integrantes de las murgas que estaban presentes para actuar.

El corso se realizó igual pero sin el sonido ni el escenario. Para La Rotonda Cultural fue un hecho positivo porque “pese a la violencia institucional ejercida y a la actitud prepotente de un ejecutivo municipal, que en lugar de cumplir su rol de administrador de los bienes públicos actúa como si le pertenecieran, el corso se hizo igual y la alegría volvió a adueñarse de ese predio al que la confluencia masiva de la gente ha señalado como el lugar en donde Hurlingham celebra sus carnavales”.

Afortunadamente en otros puntos de Hurlingham los festejos de Carnaval se pudieron hacer sin mayores inconvenientes y con gran asistencia de público, como el realizado en la plaza de Gluck y Liszt, con una convocatoria notable que dejó en claro que Hurlingham tiene espacio y apoyo para que estos festejos populares se sigan haciendo.

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