Si bien al comienzo de la temporada esos eran los objetivos mínimos; por historia, por los antecedentes inmediatos y también por una lógica necesidad del Club y de su gente, no es poca cosa.

Por primera vez en su historia Dep. Moròn clasifica por tercera vez consecutiva a un Torneo Reducido para ascender a Primera Divisiòn.

Siempre se puede ser màs y mejor u obtener màs logros pero también siempre hay que ubicarse en tiempo y espacio para poder valorar lo conseguido. No es por conformismo sino tratar de entender como se dieron las cosas dentro de un contexto general.

Es que Deportivo Moròn no tuvo un buen comienzo. Màs bien el inicio fue de regular para abajo y del mismo modo ese rendimiento se reflejò en la tabla de posiciones. Asì El Gallo empezó habitando la parte baja de la tabla, compuesta por 37 equipos. Un real despropósito, pero asì hubo que jugarlo. El equipo comenzó siendo dirigido por Alejandro Orfila, quien nunca logró darle una identidad de juego ni pudo encontrar una base titular que sustente sus ideas, que tampoco fueron claras. En la búsqueda del camino nunca encontrado, tampoco se dieron los resultados.

La gestión de Orfila durò solo once fechas (dos triunfos, seis empates, tres derrotas). Tras un partido con el interinato de la dupla Alejandro Chiche Migliardi-Joaquìn Iturrerìa (tal vez como presagio de lo que en breve vendría), asumió Gastòn Coyette. Si la gestión anterior fue corta èsta fue màs breve aùn, y no por ser buena. El motivo fue por una decisión del técnico que desencadenò un hecho inusual por lo cual renunciò. Coyette le comunicò a Damiàn Akerman que no lo tendría en cuenta y desatò la reacción masiva de los hinchas. Como su decisión no fue avalada por la Comisiòn Directiva, Coyette se fue. Fueron solo cuatro partidos (un triunfo, dos empates y derrota), màs la eliminación en Copa Argentina frente a Patronato de Entre Rìos (0-2), hoy descendido al Nacional pero finalista de la Copa.

El Gallo volviò a cambiar de caballo en el medio del rìo. Asumieron Migliardi-Iturrerìa quienes no solo llegaron con la intención de quedarse en el cargo sino que también hicieron propia la difícil tarea de clasificar al Reducido. Aunque costò, finalmente lo lograron.

La era de la dupla comenzó con un empate de local (Dep. Riestra, 1-1-) y una derrota con el futuro campeòn Belgrano (1-0), en Còrdoba.

Después Moròn hilvanò once partidos seguidos sin perder y quedó a tiro de la clasificación. Tras la de derrota ante Quilmes en el Sur, sumò otros seis encuentros sin caídas y asì El Gallo logró la ansiada doble clasificación: Reducido y Copa Argentina. Moròn pasò de estar a cuatro puntos del descenso, a clasificar.  Fueron veinte partidos (9 triunfos, 9 empates, dos derrotas) y finalizò invicto como local.

El rival del Reducido fue Gimnasia de Mendoza, que tenía ventaja deportiva: partido único de local, sin alargûe ni penales. A Moròn solo le servìa el triunfo para seguir. Finalmente fue un empate que lo eliminò pero Moròn se fue con la frente alta.

Antes del final del campeonato hubo dos hechos para destacar. El primero fue el retiro de Damiàn Akerman, el que màs goles convirtió y el que màs partidos jugò para Moròn en su historia. Fue ante Independiente de Mendoza, con el Nuevo Francisco Urbano repleto de hinchas para despedir al ídolo.

El otro hecho fue el último partido de local ante Instituto de Còrdoba, en el cual Moròn ganó y logrò la clasificación. Otra vez tres tribunas repletas de hinchas para alentar a El Gallo. Esa es la historia, Dep. Moròn y su gente, un sentimiento inquebrantable. Siempre tras el sueño de grandeza. Un sueño de Primera.